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Filosofía en

Las Rutas Educativas del Agroturismo Orgánico

Fono: 2966 8494. Mar Amarillo 4375. Peñalolén. Santiago, Chile

         

 

Mientras que la agricultura industrial busca controlar a la naturaleza promoviendo siembras uniformes y el uso de químicos con métodos orientados por las ganancias, la agricultura orgánica trabaja con la naturaleza, conservando la biodiversidad, reconociendo que la naturaleza es un ecosistema múltiple, con muchas diferentes áreas ecológicas, cada una hecha de redes de especies de animales y plantas interdependientes con el reino mineral, numerosas y locales.

Así, cada granja orgánica necesita encajar en su vecindad ecológica local. Cuando encajamos las prácticas de siembra en un sistema natural diverso, el sistema mismo cuida de los problemas de producción.

En la agricultura orgánica, el terreno se ve como un organismo, donde los animales y seres humanos forman parte integral de organismos mayores, hasta alcanzar al Supremo Creador. Sin embargo este concepto no es nuevo, pertenece a la sabiduría milenaria y cosmovisión de los pueblos originarios de la India y de América, que ven organismos y entidades a diferentes escalas en la naturaleza, que los hace actuar con sumisión y respeto ante quienes otorgan la vida: la madre tierra, pacha mama (aymara - quechua - kolla), Ñuke mapu (mapuche), Pata hoiri (likan antai) y el padre sol: Tata Inti, Chau Antú.

Esto incita a que el día del agricultor orgánico, entrañablemente vinculado a la naturaleza, sea un permanente canto de gratitud hacia deidades regentes y hacia el Supremo, Creador, canto que celebra durante cada ciclo de la naturaleza, comenzando con el solsticio de invierno del 21 de junio, que inicia cada ciclo de vida cuya máxima expresión se produce en el solsticio de verano, el 21 de diciembre con la generosa producción de frutas, verduras y productos agrícolas. La producción en la agricultura orgánica entonces, es el resultado de un ambiente integrado, de amor y respeto en el cual el ser humano trabaja combinando, coordinando y complementando sus esfuerzos con otros seres, animales, vegetales y minerales, celebrando cada estación con ceremoniales y festividades sociales que resaltan el espíritu comunitario, donde la presentación de matrimonios, niños y cachorros son motivos de encuentro, como lo son también el festival de la primavera (21 de Septiembre) y ceremoniales con la llegada del otoño (21 de marzo).  

Las Rutas Orgánicas se convierten entonces en medios de re-educación, con senderos donde, en cada Comunidad local, el visitante puede ser parte de esta reflexión, basada en ceremoniales originarios de quienes buscan reconocerse como hijos nativos, descendientes de los primeros, los del origen universal. De la misma forma, cada Estación se convierte en un intervalo de tiempo, en el cual se preparan y ensayan las ceremonias del próximo Cambio, y el Servicio Rutas Orgánicas, en una oportunidad de encuentro a vivir con profunda entrega esta preparación ceremonial. En el sentido original, no se trata de una fiesta para disfrutar o entretenerse, cada Cambio de Estación es un ritual de entrega con la cual la Comunidad local se ofrenda e invita a sus visitantes a integrarse a la naturaleza, a eso invita cada Ruta Orgánica.

En la práctica, las Rutas Orgánicas nos muestran como órganos de un Ser Superior, el Creador, al cual nos dirigimos organizadamente formando un Nodo o Cluster Orgánico, con productos y servicios que resaltan la agronomía, del turismo profundo y del Arte, desentrañando los saberes de la agricultura tradicional y de aquel conocimiento milenario, que la familia campesina han sabido extraer y guardar, para el conocimiento de quienes están en condiciones de tomarlo. Ver Agricultura Andina, Fitomedicamentos.

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